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Capital Natural

Toda la base ecológica sobre la cual se ha fundado el desarrollo de la especie humana y de las sociedades -conformando finalmente sistemas socio-ecológicos- debe ser reconocida como “Capital Natural”, cuya valoración económica es solo una de las formas posibles para identificar y medir su valor, la que no incluye otras valoraciones igualmente relevantes para la sociedad y el desarrollo sostenible[1].


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La política pública y el proceso de toma de decisiones consiste, en esencia, en elegir entre opciones. Siempre que este proceso no sea aleatorio, se deben priorizar las alternativas disponibles y elegir la más provechosa. Así la valoración es la esencia misma de la toma de decisión, expresada explícita o implícitamente, revelando preferencias a través de la elección y/o rechazo de las opciones disponibles. Cuando el Capital Natural no se incorpora en los elementos a evaluar para la toma de decisión, significa que se le está asignando un valor nulo, lo que no solamente invisibiliza las contribuciones y servicios que presta a la sociedad, desconociendo la estructura y funcionamiento de los ecosistemas y su relación con el capital humano, sino que lleva a decisiones subóptimas que fomentan su deterioro.

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Este entendimiento ya ha trascendido diversos organismos, siendo incorporado explícitamente en sus lineamientos, como es el caso de la OCDE que considera a la naturaleza como un activo o stock de capital, equivalente al capital producido (físico) y al humano, reconociendo que el Capital Natural proporciona bienes y servicios que contribuyen directa o indirectamente a la producción económica y al bienestar humano de un país; e incluso su valor intrínseco, que va mucho más allá de lo puramente económico. La Organización sostiene que el Capital Natural es el más importante de todos los stocks de capital, pues proporciona funciones fundamentales de soporte vital, relevando la existencia de límites ecológicos de los sistemas económicos[2].

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La consideración del valor de la naturaleza y la biodiversidad a través del Capital Natural corresponde a la riqueza básica y existencial a la que se recurre para generar la creación de valor económico que los humanos han desplegado a lo largo de su historia. Hoy es imperativo reconocer que el diseño, despliegue y mantención de cualquier actividad económica debe incorporar desde su base el Capital Natural sobre la que se sostiene y de la cual depende, aportando a su valoración y cuidado de manera integral.

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El Capital Natural sufre desgaste por sobreuso y degradación por la propia acción humana, por ende, es necesario tomar en cuenta la inversión necesaria que permita restaurarlo y preservarlo. En esta inversión se debe contemplar no sólo la mitigación frente al impacto que la actividad productiva genera y la adaptación al enfrentar nuevos escenarios de desarrollo, sino también debe prevenir su desgaste a futuro destinando recursos para su recuperación ecológica, esencial para su mantención en el largo plazo.

[1] IPBES (2022). Op. Cit.

[2] OCDE, 2021.

2022 | Ministerio de Hacienda