Problemática Global

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Si bien la revolución industrial y los avances de la tecnología han permitido un crecimiento económico y demográfico exponencial en los últimos siglos, este ha sido a costa de la naturaleza y su biodiversidad. Esta no ha sido adecuadamente valorada ni protegida y no ha considerado las contribuciones que provee al bienestar humano en su totalidad, sino únicamente respecto de beneficios específicos e individuales.

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El ritmo de deterioro en la naturaleza durante los últimos 50 años no tiene precedentes en la historia de la humanidad. Como se recoge en variados reportes especializados, la naturaleza se ha visto perturbada de manera dramática por múltiples factores humanos: a nivel global, 75% de la superficie terrestre ha sufrido alteraciones significativas, el 66% de la superficie oceánica experimenta efectos acumulativos y se ha perdido más del 85% de los humedales[2]. Nuestro país muestra patrones similares, incluso en regiones supuestamente despobladas o prístinas como la región de Magallanes.[3]

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Los impulsores directos de esta alteración han sido el cambio de uso de la tierra y el océano, la explotación directa de los organismos, el cambio climático, la contaminación y la proliferación de especies invasoras. La degradación de los ecosistemas y la pérdida de biodiversidad son un problema hasta ahora silencioso. Sin embargo, cada vez hay más consciencia de que sus consecuencias se manifiestan con mayor fuerza a escala global y local.

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En la decimoquinta Conferencia de las Partes en el Convenio sobre la Diversidad Biológica (COP 15) se dio un paso importante. La comunidad global —siendo Chile un país signatario— se comprometió con un nuevo marco global, conocido como el Marco Global de Biodiversidad Kunming-Montreal o Acuerdo 30x30. Este establece un plan ambicioso para poner en marcha una acción de base amplia que resulte en la transformación de la relación de nuestra sociedad con la naturaleza, protegiendo el 30 % de la biodiversidad del planeta antes del 2030, en consonancia con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

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En línea con los compromisos internacionales, Chile ha instalado el concepto de “sostenibilidad” como base de su nuevo modelo de desarrollo y el camino de transición justa hacia él. La gran meta será hacer realidad para el 2050 la visión compartida de que la sociedad y economía vivan en armonía con la naturaleza, lo cual precisa valorar, conservar, restaurar y utilizar en forma racional la biodiversidad, manteniendo los servicios de los ecosistemas, con el fin de sostener un planeta sano que brinde beneficios esenciales para todas las personas.[4]

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